martes, octubre 11, 2005

Robert Johnson, un héroe americano.


Antibon-Legba, quítame la barrera
¡Agwé! Papa Legba quita la barrera para que pueda pasar
Cuando regrese saludaré al loa
Vudú Legba, quitame la barrera
Y así podré regresar
ORACIÓN VUDÚ [1]

«Kill a mule, buy another. Kill a nigger, hire another.»
Todos lo saben, la libertad oficial obtenida por los negros de Norteamérica, al finalizar la guerra de sececión, no fue suficiente para transformar su vida. De hecho, su condición de libertos parecío reflejarse en la pérdida del nombre «esclavo» y la adquisición de un «derecho» para trasladarse, de una plantación a otra o dirigirse a las grandes ciudades del norte. La libertad de los esclavos recién liberados se expresa como libertad de movimiento. Surge así el «hobo», personaje, que al llevar hasta las últimas consecuencias este «privilegio», encuentra en el errar cotidiano una manera de vivir. Es por eso que en las canciones de los músicos de blues de la primera mitad del siglo XX (la mayoría «hobos» de buen linaje) encontramos el vocabulario de todo ser itinerante: norte, sur, este, oeste, camino, carretera, encrucijada, ferrocarril, autobús… «I got the key to the highway; I'm billed out and bound to go; got to leave here running; walking's got most too slow» [2] canta Big Bill Broonzy, exhibiendo su anuncio de partida como una posesión: «tengo la llave de la carretera». Sartre dice que la angustia es el sobrecogimiento que padece la conciencia al descubrirse libre, el malestar que surge ante la responsabilidad de elegir un porvenir (la libertad como fatalidad). La angustia de asumirse libres, fue a lo que los negros estadounidenses llamaron blues: «Well, the blues is a low-down achin' heart disease. Like consumption, killing me by degrees.» [3] Y es aquí donde el mito del negro que cambia su alma por œhabilidades musicales nos revela su sentido verdadero: el pacto de Robert Johnson en la encrucijada representa el enfrentamiento de un hombre libre consigo mismo, que al poner en la mesa pasado y presente, decide apoderarse de este último. Elige el camino de la creación artística, exactamente como lo hiciera otro exiliado, el Dedalus de James Joyce: «Bienvenida, oh vida! Salgo a buscar por millonésima vez la realidad de la experiencia y a forjar en la fragua de mi espíritu la conciencia increada de mi raza. [4]
El muchacho que llega a la encrucijada es un esclavo, un apátrida enajenado, que poco sabe de sí; el que la abandona, un hombre con proyecto, dispuesto a transformar su vida (a construirla) y «a forjar la conciencia increada de su raza», en una palabra: un artista.»

[1]
Antibon-Legba, remove the barrier for me,
Agwé!Papa Legba remove the barrier so I may pass through
When I come back I will salute the loa
Vodou Legba, remove the barrier for me
So that I may come back.
ORACIÓN VUDÚ
[2]
Tengo la llave de la carretera
Estoy listo para partir
Me voy a ir de aquí corriendo porque caminar es demasiado lento
BIG BILL BROONZY
[3]
Bien, el blues es un padecimiento vil y doloroso del corazón, que me aniquila paso a paso.
[4]
« Welcome, O life! I go to encounter for the millionth time the reality of experience and to forge in the smithy of my soul the uncreated conscience of my race.Mamá pone en orden mi ropa nueva de segunda mano. Reza -dice- para que, al vivir mi propia vida y lejos de mi hogar y mis amigos, pueda yo aprender lo que es el corazón, lo que puede sentir un corazón. Amén. Así sea. Escribe Stephen Dedalus en su diario, al final de A portrait of the Artist as a Young Man, la novela de James Joyce.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Enjoyed a lot! »

2:56 p.m.  

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